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DE LOS CINCUENTA AÑOS QUE LLEVAMOS DANDO LA VARA CON LO DEL MUNICIPIO TURÍSTICO… Y ESTAMOS COMO EN 1963 (II)

 

Me quedé en la primavera del 83, y lo retomo…

Las elecciones locales de 1983 las gana el PSPV y Such queda fuera del Consistorio. Entonces el nuevo alcalde, Manuel Catalán Chana, mueve el 1er Congreso de Turismo de la Comunidad Valenciana recogiendo esa necesidad de la figura Municipio Turístico. Un poco antes, en Granada, en la reunión del Grupo de Ciudades de Congresos, al que asiste Benidorm (y su nuevo alcalde) se pide “la financiación reglada para los Municipios Turísticos a través de la Ley de Régimen Local” y, ante ello, la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), previo al congreso benidormense de diciembre, se pone de acuerdo en definir el Municipio Turístico en una ponencia conjunta que presentan los ayuntamientos de Benidorm, Valencia, San Bartolomé de Tirajana, Mahón y Santiago de Compostela. “Municipio turístico es aquél en el que el Turismo constituye la actividad fundamental, cuando no única, en su desarrollo socioeconómico”… y eso es lo más que consiguen consensuar… porque de pesetas, no consiguen rascar nada.

Y como parece que hay sintonía, en el inmediato 1984 es de nuevo Benidorm el anfitrión de la 1ª Reunión Municipalista del Turismo que pretende definir el Municipio Turístico. Definir, definir, poco; pero de aquella filosofada benidormera salen tres categorías: Municipio Eminentemente Turístico, Municipio Turístico y Municipio de Interés Turístico… y en la euforia de la cita se termina pidiendo el Estatuto Legal del Municipio Turístico en el que se incluye tipologías, órganos de gestión y procedimientos de declaración de las figuras legales. Vamos, que lo pusieron en bandeja a las distintas administraciones del Estado lo de legislar la figura del Municipio Turístico. Aquello fue devolverle al Estado la punzadita de 1981 del Secretario de Estado de Turismo en la que decía que el municipalismo había fracasado en esto… ahora que el famoso “librito blanco” del municipio turístico, tres años después, aún era una entelequia.

Cargados de optimismo se me fueron los munícipes del Turismo a estropearlo todo en la 3ª Asamblea de la FEMP (1985) dónde sólo se ponen de acuerdo en crear, ¡válgame Santa María!, las Mancomunidades Turísticas de Municipios. Es que todos los asistentes se sienten eminentemente turísticos, de 1ª División, y todos quieren más. Lo único bueno de aquella asamblea fue que para zanjar la cuestión se pidió el 1er Estudio sobre la Incidencia (real) del Turismo en el PIB que tuviera en cuenta la participación de cada municipio en los ingresos por divisas, en la evolución del empleo del sector y en las transferencias corrientes y de capital entre el Estado y las Comunidades Autónomas en las que se integraban.

También se creó, sobre el papel, un Fondo Anual de Cooperación Intermunicipal, para los Municipios Turísticos, dotado con el equivalente al 10% de los Presupuestos Generales del Estado para cada año y que repartirían, al alimón, las comisiones de Turismo y de Hacienda de la FEMP con “unos criterios que se decidirían antes de la próxima Asamblea”… y aquí estamos… porque luego se argüirá que el artículo 30 de la Ley 7/85, de 2 de abril, Reguladora de las Bases de Régimen Local se supone que entiende de estas cosas de los Municipios Turísticos. ¿Es que nadie se dió cuenta de ello? Pues no, y resultaba que en base a ese artículo las Comunidades Autónomas podían habilitar regímenes especiales para municipios “en cuyo término predominen las actividades turísticas… (…, industriales, mineras u otras semejantes)”. La pelota estaba en el tejado de las CCAA… y otra vez más nadie quería jugarla.

Nuevo parón, y ante este nuevo parón es nuevamente Benidorm quien monta en 1990 (sigue de alcalde Manuel Catalán Chan) el 1er Congreso Nacional de Municipios Turísticos. Catalán Chana en la apertura del congreso señala el chirrido que sale de los engranajes de la maquinaria administrativa del Consell. Para el Consejo de Turismo de la Generalitat, creado en 1987, se propuso en 1989 que en su composición entraran 4 alcaldes de “Municipios Turísticos”… Pues ahí se ancla el alcalde para pedir que se defina ya, de una vez por todas, qué es un Municipio Turístico (para la Comunidad Valenciana) y propone, y el Congreso hace suyo, que se inste “a todos los Gobiernos autonómicos, a todos los Parlamentos autonómicos y a todos los Partidos Políticos que los componen… a… la redacción de un proyecto de ley que contemple las singularidades de los municipios turísticos”. En mano, al ministro José Barrionuevo, se le entregó esta petición.

Y el ministro se volvió muy contento a Madrid porque había venido a Benidorm, y así nos lo dijo en una rueda de prensa en el Hotel Los Dámatas, para decirles a los congresistas que “desde la Administración Central no se podía, bajo ningún concepto, ‘discriminar’ a unos municipios respecto a otros”. Vamos, que Madrid en esto se desentendía del tema. La cosa era de los Gobiernos autonómicos. Y eso que se le dijo bien a las claras que a Benidorm no le importaba que no lo consideraran como “municipio minero” (aunque hubiera una peseta por medio)… ya que hubo una mina de ocre en Sierra Helada y no se sentía discriminado para nada de eso. Total, la pelota en el tejado de las CCAA… como propone la Constitución de 1978, que nadie lee.

Tras el congreso de Benidorm, los dos partidos mayoritarios (PP y PSOE) anunciaron que desde el ámbito autonómico, donde gobernaran, pondrían en marcha la figura legislativa para la financiación de los municipios turísticos…

Y lo que se consiguió es que primero Canarias (Ley 8/86), y luego Cataluña (Ley 8/87), abriera el melón y le siguieran casi todas las demás autonomías… aunque muy timoratamente porque sus propias leyes tampoco les dejarán margen de maniobra hasta… el año 2002, ya en el siglo XXI. Y porque la cosa va de dinero “extra”.

Pero volvamos a Benidorm, donde todo esto comenzó.

En 1992, casi treinta años después de que el alcalde Pedro Zaragoza prendiera la mecha, el nuevo alcalde, Eduardo Zaplana recoge el testigo y comienza un meditado peregrinaje monotemático en favor del Municipio Turístico y, fundamentalmente, de su financiación con una serie de conferencias y jornadas específicas en Madrid, Sitges, Almería, Calviá y otros municipios turísticos para concienciarlos al respecto, al tiempo que hace que el PP tome por bandera el tema. Cuando en 1996 llega a la presidencia de la Generalitat (valenciana) promete en su discurso de investidura que “habrá Ley de Turismo de la Comunidad Valenciana” y verá por su financiación. No obstante, habrá que esperar a su segunda Legislatura (1999) para tener consignada una primera partida de 1.400 millones de pesetas y el primer listado de municipios turísticos con arreglo a la clasificación de Benidorm de 1984: eminentemente turísticos, turísticos y de interés turístico. Habían pasado 37 años desde que lo pidiera Pedro, don Pedro, allá por las postrimerías de 1963.

Mañana, más…

 

 

DE LOS CINCUENTA AÑOS QUE LLEVAMOS DANDO LA VARA CON LO DEL MUNICIPIO TURÍSTICO… Y ESTAMOS COMO EN 1963 (I)

Fue en 1963 -con lo que hace 50 años ya, o los va a hacer en unos pocos meses- cuando el entonces alcalde de Benidorm, don Pedro Zaragoza Orts tuvo los redaños necesarios para pedir en los foros imperiales del momento lo que él llamó Carta Económica propia de cada Ayuntamiento turístico para poder financiarse adecuadamente. Esto fue cosa de la 1ª Asamblea Provincial de Turismo, previa a la 1ª Asamblea Nacional de Turismo (1964) que celebró el Municipalismo español. Las asambleas provinciales previas (y sólo Barcelona, Málaga, Mallorca y Alicante las realizaron) se pudieron celebrar como paso previo de la parafernalia de la Ley 197/63, de 28 de diciembre, de Zonas y Centros de Interés Turístico Nacional. Que es que ni por esas se atrevían a proponerlo.

Pedro, don Pedro, lanzó su propuesta de Carta Económica para la financiación de los Ayuntamientos turísticos, la defendió, se debatió y… Pedro, don Pedro, fue muy aplaudido, pero la 1ª Asamblea Nacional aprobó lo del “Spain is Different”, lo de las fiestas de interés turístico, lo de las denominaciones geoturísticas, lo del seguro turístico, lo de la creación de la Orden al Mérito Turístico y lo de la promoción de la caza y la pesca como alternativa al turismo convencional. También se habló mucho de escalonar las vacaciones y adecuar el tema escolar a ello; bla, bla, bla.

Pedro, don Pedro, se amparaba en el Proyecto del Plan Nacional de Turismo de 1952, que había pedido el ministro Gabriel Arias Salgado, y, sobre todo, en el documento que 10 años después (1962) daba carta de naturaleza al Plan al ser llevado al Consejo de Ministros, y que, además, sirvió de base para todo lo turístico del 1er Plan de Desarrollo. En el documento se alertaba ya de la necesidad de arbitrar una financiación extraordinaria a ciertos municipios “como en los que se desarrolla el turismo”.

Pedro, don Pedro, se volvió a Benidorm con las manos vacías y siguió vendiendo las bondades de su Carta Económica para los Municipios Turísticos.

Pero, ¿qué es la Carta Económica? Pedro, Don Pedro, me dijo en su día (y anoté) que “la Carta Económica es la ayuda extraordinaria que el Estado concede a un municipio por su singularidad”. En este caso, el turístico; y en el caso de Benidorm era para poder mantener los servicios en una población que en temporada estival ya quintuplicaba su población invernal. Y eso que hablamos de 1963… y ahora mismo, en el 2013. Benidorm tiene 73.000 habitantes censados (diciembre 2012: 72.991 en realidad) y debe dar servicios a una población que nunca baja de 125.000 en lo más crudo del invierno, y en momentos álgidos del verano se superan tranquilamente los 350.000, llegando a una fluctuación deambulante momentánea (sin pernoctación) de casi medio millón.

Y ahí se quedó la cosa, Pedro, don Pedro, predicando la necesidad financiera, todos asintiendo… y nadie haciendo nada… Hasta la 2ª Asamblea Nacional de Turismo que ya presidieron los Reyes –don Juan Carlos y doña Sofía– porque entre dimes y diretes nadie le ponía el cascabel al gato, y ya estábamos en 1975… y la casa sin barrer.

Los trabajos previos para el IV Plan de Desarrollo (1976-1979), que obviamente no se puso en marcha, comenzaron en 1973 reconociendo que en España, más allá de zonas turísticas, había ¡¡municipios turísticos!!, y se planteó, ¡por fin!, la creación de un régimen fiscal especial para los Municipios Turísticos que contemplaba  la imposición de tasas para sufragar servicios cuya implantación fuera consecuencia el carácter turístico de la localidad. Pagar más, con independencia del “pagano”, no satisfizo a nadie; en especial al alcalde de Benidorm de entonces, José Manuel Reverte Coma (el forense al que debo un Post) que sacó bandera en defensa de una financiación directa. Naturalmente que muchos aplausos… pero nada más.

Y en esas que el sucesor en la alcaldía de don José Manuel, el alcalde don Miguel Pérez Devesa se alía con el Instituto de Estudios Locales y organiza en Benidorm la 1ª Reunión de Municipios Turísticos (1974) en la que se pide la “creación de un fondo de compensación para los municipios turísticos” y se postula que sean tenidos en cuenta datos de población censada, plazas de alojamiento, población turística e incremento del gasto municipal para las prestaciones que debe soportar el Ayuntamiento. En aquella reunión no se llegó a las manos de milagro: ¿quién es -y quién no es- municipio turístico? Todos se consideraban ya turísticos y merecedores de unos duros extras del fondo de compensación aquél.

Claro, en la 2ª Asamblea y delante de Sus Majestades no quisieron repetir, por mucho interés que puso Benidorm (y algún otro), la escenita de decir quién -y quién no- es municipio turístico… y pasaron por encima la cuestión.

Y por pasar, pasaron por alto que hasta la Constitución de 1978 en su Artículo 148, apartado 1, punto 18 [Las CCAA podrán asumir competencias en las siguientes materias: Promoción y ordenación del Turismo en su ámbito territorial] les proponía que el Turismo fuera competencia exclusiva de las Comunidades Autónomas. Y ya con la Carta Magna, tantas competencias que se querían, las CCAA deberían haber tomado el testigo de la figura legal del Municipio Turístico.

Pero no, como la Constitución sólo se la leen los que opositan a funcionario, y no en detalle, un nuevo parón en esto del Municipios Turístico… hasta que en 1981, desde la Secretaría de Estado de Turismo sale a la palestra Ignacio Vasallo y dice que como el municipalismo no consigue ponerle el cascabel al gato va a ser el Ministerio el que lo haga. Monta Vasallo una reunión en Sitges y -como tampoco se ponen de acuerdo- sale con lo de un “Libro Blanco” sobre el tema: un estudio en profundidad sobre quienes de verdad pueden ser municipios turísticos y cómo se les puede financiar.

Pasa todo el año 82 y nadie pía nada sobre el estudio anunciado por Vasallo. Y llega 1983, y como la situación es cada vez más insostenible (y hay elecciones a la vuelta de unos días), el entonces alcalde de Benidorm, José Such Ortega, mueve la cuestión para promover en Benidorm un encuentro al más alto nivel para definir el Municipio Turístico y para que se entienda qué es un municipio turístico propone que se fijen en la triada Benidorm/Mahón/San Bartolomé de Tirajana– y, al mismo tiempo, también la figura del Municipio de Interés Turístico (MIT) para aquellos que sin ser los tres antes citados tengan connotaciones claramente turísticas. Such lo explicaba diciendo que “en el Turismo, como en el Fútbol, había divisiones y sólo unos pocos jugaban en 1ª División”. Sobre el papel, y ya con aliados, muchos lo entendieron.

Mañana seguimos…