Archivo diario: 29 May, 2024

QUE SI DEL ÁRTICO, ¡OIGA!, DE GEOPOLÍTICA

Disfruté enormemente la conferencia del capitán de navío y analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) del Ministerio de Defensa, Abel Romero Junquera en la tarde-noche del jueves 23 de Mayo dentro del ciclo Jornadas de la Mar 2024 que organiza la Fundación Frax[1], con el Ayuntamiento de Benidorm.

Resulta que el marino nos trasladó al mismísimo Ártico para hablar de geopolítica, con fuentes de primer nivel y relevancia en todas las referencias aportadas en el análisis efectuado.

Fue como volver, un poco, a las aulas de la Academia y reencontrarme con el politólogo sueco Rudolf Kjellén[2], el geógrafo alemán Friedrich Ratzel[3], el contralmirante estadounidense Alfred T. Mahan[4] y el geógrafo británico Halford John Mackinder[5], mi favorito, con la Teoría del Heartland o Área pivote -en el centro de la Isla Mundial- que  se extendía -en aquellos años 20 del siglo XX, y cien años después- desde el río Volga hasta el Yangtze y desde el Himalaya hasta el océano Ártico. El Heartland de Mackinder fue la zona gobernada por el Imperio ruso y después por la Unión Soviética; ahora por la Rusia de Putin. Ahí me duele.

Y hasta se me vino a la sesera Karl Haushofer[6], que modernizó la geografía política (aunque la utilizó como instrumento que justificaba la expansión territorial de Alemania durante el Tercer Reich a través del ‘espacio vital’ de Ratzel, el lebensraum[7] para él.

Esto de la geopolítica se las trae. Kjellén es el ‘padre de la criatura’ a través del libro ‘El Estado como forma de vida’, siguiendo los postulados de Ratzel (el perejil de todas estas salsas). Y a partir de ahí ya se abren paso por sí solas las teorías de Mahan sobre el dominio del mar y llegamos a las de Mackinder & Co. Y en ese & Co. pueden meter a los que gusten entre Nycholas Spykman[8] y Zbigniew Brzezinski[9].

Yo es que todo esto lo vi muy claro desde que en primero de carrera me colocaron a Yves Lacoste[10] y su ‘La Geografía. Un arma para la guerra’. Hay animadversión a la Geografía y olvidan que es la madre de todas las ciencias. Y sabe de conflictos.

Me ha venido bien esta introducción para que vean el caldo del tema, porque llevamos ya una temporadita hablando del ‘renacer’ de Rusia -que ansía Putin- con la mente puesta en su ribera Ártica; el recuperado interés de los EEUU para que no todo el monte (la banquisa y el subsuelo oceánico) sea orégano ruso; y la mosca cojonera China, que está muy lejos del Ártico (unos 5.500 km de Pekín al Polo Norte), pero que a base de proyectos científicos y con matrimonio de conveniencias con Rusia y otras entelequias con Islandia o Noruega, también se deja caer por allí.

El tema del Ártico siempre me atrajo. Agua de mar que se congela, soledad humana y frío; mucho frío.

Yo es que crecí con las aventuras de Piteas[11] el masaliota. En casa de un catedrático de griego aquello eran como un ‘tebeo’ de aventuras para el niño que yo era. Y, además, con los griegos, los confines del orbe fueron adquiriendo entidad geográfica y sus peripecias las retrataban pero que muy bien. Eran muy amenas aquellas lecturas.

Piteas salió un buen día de Marsella y arrumbó al norte -tras cruzar las columnas de Hércules, claro, burlando el bloqueo cartaginés (que todo hay que contarlo y que ya por aquel entonces estaban a la gresca unas naciones con otras por el dominio de los territorios y las industrias)- en busca de estaño (componente necesario para el bronce[12]), oro y ámbar. Y encima, regresó cargado. Eso fue hacia el año 325 aC. Le fue bien la aventura, se enriqueció y hasta escribió su relato –Peri tou Okeanou/Sobre el Océano– contando las cosas que vio.

Sabemos del libro de Piteas por gente tan de fiar como Eratóstenes[13], Plinio el Viejo[14], Diodoro Sículo[15], Estrabón[16], Artemidoro[17] (bueno, de este menos; que iba por lo onírico) o Polibio[18]; estos tres últimos dudaban de todo, lo ponen a caldo o lo llama mentiroso, por las bravas. Pero los tres primeros se deshacen en elogios y copian y recopian lo que escribió.

Vale. De su relato, no localizamos la que él llamó isla Mictis (donde había estaño, aunque algunos la identifican con la isla mareal de Mount Sant Michel), pero sí vemos a las claras que circunnavegó y pisó Gran Bretaña -Prettanik que la llamó- e incluso su paso por las islas Orkney (el archipiélago de las Orcadas, al norte de Escocia); nos detalla la isla de Thule -que “tenía siempre un fuego luciente”- por lo que la identificamos con Islandia (aunque en los últimos años la vienen identificando con la isla de Smøla, ubicada frente a la ciudad noruega de Trondheim) y nos liamos en algún que otro detalle.

Pero lo más desconcertante de Piteas es su referencia a que a determinada latitud septentrional ya se mezcla aire y agua en una masa fría, “pulmón” que llama porque no tenía otro término para definir aquella conjunción de frío gélido, niebla glaciar y un mar a punto de congelación… Y visto lo visto -y helado que estaba- dio un golpe de timón y se nos bajó para plantarse frente a la península de Jutlandia donde encontró el ámbar que buscaba. Llegó, parece ser, hasta la desembocadura del Vístula… y se dijo ya que ‘p’a casa’, al más templado Mediterráneo marsellés. Y llegó, vendió todo lo que trajo y contó sus aventuras (insisto en ambas cosas porque me parece fundamental).

Hoy nadie duda de su viaje. Piteas fue uno de los navegantes más científicos de la antigüedad: determinó la posición precisa del polo norte celeste (que no coincide exactamente con la estrella Polar), calculó la latitud de Marsella (con un error mínimo: 43º3′ N en lugar de los 43º17′ N reales); en su viaje hizo observaciones del sol que contribuyeron a que geógrafos posteriores identificaran paralelos de latitud; fue el primero en contar lo del sol de medianoche y la aurora boreal; y en vincular las fases de la luna con las mareas. Hoy lo que le podemos reprochar a Piteas está en lo que nos cuesta la identificación de los lugares que describe; muchos no somos capaces de ubicarlos. Pero a él le debemos que nos metiera de lleno en el Ártico y a partir de él, pocos subieron tan alto y ningún interés despertó esa parte del planeta hasta el siglo XVI.

Ya, mucho más mayorcito, el visionar la película “Estación Polar Cebra” me marcó.

Va de la guerra fría en el Ártico: los yankees llegan en un submarino y emergen en la banquisa y los rusos llegan en avión (paracaidistas). Al final, cuando parece que los rusos recuperan la peliculita protagonista del lío, el comandante Ferraday hace explotar el paquetito y los rusos se quedan sin fotos; los americanos ganan la partida. ¡Bieeeeeeen!

Antes de ver la película, bastante tiempo antes, ya me había leído en el ‘Selecciones’, del Reader’s Digest[19], la aventura del SSN571 Nautilus que el 3 de agosto de 1958, a las 11’15 horas de la Costa Este, se convirtió en el primer submarino que cruzó en inmersión el Polo Norte. No logró romper la capa de hielo (hizo tres intentos) y emerger sobre la banquisa ártica, como el USS Tigerfish de la peli que me cautivó, pero lo suyo fue una hazaña memorable.

Luego he sabido que el primer submarino en romper la capa de hielo y emerger fue el USS Skate (SSN578) el 17 de marzo del 1959. Y de esta acción sí hay constancia fotográfica y por ella se le otorgó una estrella de bronce al submarino y varias menciones.

Esto sí resultaba una hazaña bélica: al emerger podías lanzar tus ‘pájaros[20] desde el Ártico, algo inesperado que los soviéticos consiguieron hacer en 1987 cuando el K51 lanzó sendos misiles dirigidos al sitio de pruebas de Chizha en la península de Kanin (Óblats de Arkangel).

El Nautilus fue el protagonista de la primera gran machada ártica: demostrar la capacidad estratégica de los submarinos nucleares norteamericanos en el año 1958.

Navegó 1.830 millas náuticas bajo el hielo y a su paso por el polo norte los instrumentos científicos e inerciales no registraron anomalía alguna; que era una de las cuestiones a comprobar.

Su singladura entre el Estrecho de Bering y el Mar de Beaufort fue secreta. El 1 de agosto de 1958 el Nautilus se sumergió bajo el casquete de hielo del Ártico y, según donde leas, el submarino alcanzó una profundidad de entre 110 y 185 metros para este paseo bajo los hielos. El 3 de agosto el comandante Anderson anunció a la tripulación: “Señores, para el mundo, nuestro país y la Armada, ahí arriba tienen el Polo Norte”. Y todos miraron y sólo vieron el techo habitáculo del submarino; aunque, luego, buenas marcas establecieron: que si el primer que cruzó el Polo Norte en inmersión haciendo la colada, que si le pilló en la ducha, etc. Que aquella tripulación pasó a la historia: el comandante William R Anderson[21] con su libro “Nautilus 90º Norte” ganó fama y reputación; y los 116 miembros de la tripulación y los cuatro científicos que la acompañaban no pararon de dar entrevistas y charlas. No era para menos.

Lo del Nautilus -¡ojo!-  fue la respuesta directa al lanzamiento de un Sputnik por la URSS. Que aquí hay tela que cortar. ¿Geopolítica, o estos son mis cataplines?

Aunque el Sputnik-1 (04.10.1957) salió a orbitar de chiripa, el caso es que salió. 1-0 para los soviéticos. Y en menos de un mes lanzan el Sputnik-2 (03.11.1957) que también fue un ‘éxito’ (aunque tardamos en saber que la perrita Laika se frió a las primeras de vuelo). 2-0 para los comunistas soviéticos. No salió lo del Vanguard TV3 (06.12.57) norteamericano y la moral yankee se hundió. 3-0. Y con la moral americana por los suelos van los rusos y lanzan el Sputnik-3 (15.05.1958). Aquello ya era insoportable para los del oso Teddy.

Ante tamaña goleada la respuesta norteamericana fue contundente. De golpe y porrazo se creó la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (1958; rebautizada como DARPA en 1972, que nos lleva a ‘la nave del misterio’… y eso sería otro post); se aprobaron dos leyes fundamentales -la Ley de Aeronáutica y del Espacio, por la que se creó la NASA (ya saben de qué va la cosa) y la -¡atención!- Ley de Educación para la Defensa Nacional, que potenció a todos los niveles académicos el estudio de las Matemáticas, la Física y todas las ingenierías (‘lo mismito’ que vienen haciendo todas las leyes de Educación en la vieja piel de toro)- y, como guinda, se ordenó al Nautilus cruzar el Polo Norte en inmersión.  Y ahí sí les dieron en toda la yema a los soviets.

Estos, tardaron casi cuatro años en tener un sumergible capaz de hacer lo mismo. En julio de 1962 el K3 Leninskiy Konsomol cruzó en inmersión el Polo Norte. Pero eso pocos lo recuerdan. Pero les diré que el K3 tiene una infausta memoria de accidentes y problemas con su reactor. Ahora, vacío y parcialmente descontaminado se exhibe en el Museo de la Gloria Naval de Kronstadt[22].

Por cierto, los yankees también conservan el Nautilus, en la sede de la General Dynamics Electric Boat, el mayor constructor de submarinos para la Marina de EEUU, en la localidad de Groton, en aguas del río Thames, en Connecticut.

Y a lo que íbamos: El partido del Ártico lo ganaron los norteamericanos, como luego la carrera espacial.

Y anticolectivista que es uno, no paro de celebrar estos éxitos de la banda Occidental del Mundo Libre.

Dicho (todo) esto, a mí, la geopolítica del Ártico me fascina.

El Ártico es un espacio geográfico de 21 millones de kilómetros cuadrados (7 terrestres  y 14 del océano Ártico, con unos 7 de plataforma continental a menos de 500 m, lo que la hace ‘accesible’) que contiene un mar semi cerrado con tres cuellos de botella navales (choke points): el Estrecho de Bering (entre Alaska y Siberia, con las islas Diómedes en medio), el estrecho de Davis (entre Groenlandia y las islas del Ártico Canadiense) y el anchísimo e hipermicrofonado GIUK Gap, el ‘paso’ entre Groenlandia (G), Islandia (I) y Gran Bretaña (UK).

Como explicó el capitán de navío Abel Romero, el Ártico es cosa de cinco -Rusia, Canadá, Estados Unidos, Dinamarca (Groenlandia) y Noruega-; los llamados Artic-5. Ahora bien, Islandia, Finlandia y Suecia están en ajo y desde 1991 los ocho acordaron la Estrategia de Protección Ambiental del Ártico. En 1996, con la Declaración de Ottawa, se creó el Consejo del Ártico como foro de cooperación, interacción y colaboración. En 1998 se unieron al consejo, como observadores, Alemania, Polonia, Holanda y Reino Unido; en el año 2000, Francia; en 2006, España; en 2013, China, Corea del Sur, India (que también está ‘a tiro de piedra[23] del Ártico), Italia, Japón y Singapur; en 2017, Suiza (imagino que por sus montañas nevadas, banderas al viento, el alma tranquila…).

El caso es que unos por conseguir explotar los recursos del Ártico, otros por asegurarse rutas de navegación que acorten los tiempos y maximicen los beneficios; y los menos por preservar el Medio Ambiente, el Ártico está de moda.

Hay quienes sostienen -política, más que geopolítica- que todo esto que hoy nos ocupa, lo del interés sobrevenido por el Ártico, lo comenzó en 2007 el premier canadiense Stephen Harper cuando anunció (11/08/2007) un puerto militar en la isla de Baffin, en Nanisivik. Pero -¡ojo!- que esto ocurría pocos días después de que el batiscafo ruso Mir1 plantara una banderita de titanio con los colores rusos (04/08/2007) a 4.261 metros de profundidad ‘recordando’ que para los rusos todo el fondo del Ártico es la continuidad de la plataforma siberiana; bajo el agua, pero plataforma siberiana.

Desde 2010 Rusia está militarizando todo lo que puede su amplísimo frente ártico y los EEUU, desde Alaska, reivindican su parte del pastel ártico… aunque sólo sea para incordiar. Sus intereses están ahora más en el Pacífico, pero… a ver quién la tiene más larga, y más gorda.

Y yo meto en la ecuación a China: en 2018, con un par, se definió como “estado cercano al Ártico” y… si en agrimensura un kilómetro no es holgura, pues imagínense en geopolítica y con un país como China que tiene un convenio con Noruega y una base de investigación en las islas Svalbard. Vamos, que se quedan y punto.

Y a las Svalbard[24] quería llegar, por su singularidad. Son noruegas, pero en ellas viven más rusos que noruegos. Bueno, también viven más osos blancos que humanos, pero eso no tiene nada que ver para nuestro Post. Y para ir allí no hace falta visa; quien llega y demuestra que tiene alojamiento, se queda. Allí lo único que no dejan hacer es inhumaciones en tierra[25]; si quieres que te entierren, al continente.

Se trata de un grupo de islas e islotes comprendido entre los paralelos 74° y 81° Norte y los meridianos 10° a 35° Este. Puede que le suene el nombre porque en la isla principal -Spitzbergen- se encuentra la Bóveda Mundial de Semillas[26] (que si ‘Arca de Noé de las semillas’, que si banco de germoplasma, que si cámara del fin del mundo…), que tuvo su fama mediática en su día y salió a la palestra recientemente por unas filtraciones de agua en 2017. También son famosas estas islas por las bases meteorológicas de Bjørnøya y Hopen (al menos, para mí).

Estas islas fueron descubiertas en las navegaciones vikingas del siglo XII (eso cuentan sus sagas; vaya usted a saber), pero oficialmente fue el holandés Willen Barentsz, en 1596, el que las avistó y cartografió. El primer desembarco en ellas tuvo lugar en 1604 para cazar ballenas y morsas. En 1611 ya estaban por allí los balleneros vascos, junto a holandeses, noruegos, franceses y británicos a la captura de cetáceos y todo lo que se moviera y tuviera grasa. Europa necesitaba aceite para sus lámparas y jabones, así como barbas para corsés, aros de faldas y varias cosas más que se obtenían de estos bichos. Vivían los cazadores y arponeros en campamentos rudimentarios e improvisados; y esta práctica se perpetuó hasta 1820, año en que los cazadores de fauna helada, principalmente rusos, dejaron de acudir. Fueron reemplazados por mineros.

Cuando las primeras estaciones balleneras, casi ya en el XVIII, se dieron cuenta de que allí había carbón. Y en 1899 comenzó la aventura minera en las islas, principal razón para habitarlas de forma permanente. Y así surgieron los asentamientos estables de Longyearbyen (1906), Pyramiden (1910; actualmente abandonado), Ny-Ålesund (1917) y Barentsburg (1920). A pesar de los nuevos asentamientos promovidos por compañías y países ninguna nación había reclamado nunca el archipiélago. Por eso, al llegar el siglo XX le dieron estatus de ‘territorio común internacional’, hasta que finalizada la Primera Guerra Mundial (1914-1918), cuando las negociaciones de paz de Versalles, le adjudicaron la soberanía a Noruega (09.02.1920) a través del Tratado de Spitsbergen, firmado en París, cuya vigencia comenzó el 14 de agosto de 1925. Y ese día las islas Svalbard pasaron a la administración y estatus legal noruegos.

Hoy en día, las tres industrias principales de las Svalbard son la minería del carbón -la noruega Store Norske y la rusa Arktikugol son las únicas empresas mineras que operan en la actualidad-, el turismo -Visit Svalbard[27]– y la investigación –epicentro en Spitbergen en temas de investigación científica y conservación del Ártico- que se centra en los enclaves de Longyearbyen y Ny-Ålesund, las zonas más accesibles del alto Ártico.

Resulta que el tratado de 1920 otorga permiso a cualquier nación para realizar investigaciones en Svalbard… de ahí la Estación Ártica China ‘Río Amarillo’ o las instalaciones rusas en Barentsburg. Y ya tenemos el cirio montado: ¿investigan, vigilan o espían?

Un detallito del lugar: ahora mismo se estima que llegan a vivir en las Savalbarg unas 2.500 personas en los tres lugares poblados del archipiélago mientras que la población protegida de osos polares supera los 3.000 ejemplares. Los lugareños van a hacer la compra, al cine (¡hay un cine!) o a pasear con un Purdey de buen calibre al hombro por aquello de que un oso polar no te dé un susto.

Por cierto, que a las Svalbard también ha llegado “algo” de procedencia española: tres tapones de botellas de agua -de Font Vella, Lanjarón y Cabreiroá[28]-, dos boyas de red y una caja de fruta de Almería. Los seis plásticos forman parte de la más de media tonelada, 23.000 objetos, recogidos en las costas de Svalbard entre 2016 y 2021 y que proceden de todo el mundo.

Así las cosas, el Ártico es -ahora mismo- una zona abierta a la confrontación que resta méritos a la competitividad que en algún tiempo pasado existió. Putin emponzoña la situación sabiendo de la dependencia de muchos países de la UE a la energía que les ofrece.

Ahora todo el mundo habla del potencial económico de la región y en las posibilidades que el deshielo marino boreal ofrece a la navegación. Y lo que sí es cierto es que la creciente competencia por los recursos y la influencia de países ha puesto de moda el Ártico. Es que más allá de las rutas marítimas, se calcula que allí se localiza el 25% de las reservas de petróleo, gas natural, estaño, manganeso, oro, níquel, plomo y platino del planeta.

Para colmo, Rusia no tiene acceso directo al océano Índico gracia al llamado “anillo continental” formado por Turquía, Irán, Afganistán, Pakistán y la India. Rusia está, con el conflicto de Ucrania, aún más acorralada y defenderá el Ártico ferozmente por estrategia y economía. Sus salidas al océano Pacífico están bajo la atenta vigilancia de Estados Unidos, Japón y China.

Que esto va de geopolítica, oiga.

Por cierto, Matías, cerremos ya con quien corresponda la vuelta del capitán de navío Romera; que el lío de las Spartly -o incluso Taiwán- está ahí encima ya.


[1] https://fundacionfrax.org/  

[2] Rudolf Kjellen (1864-1922); geógrafo, politólogo y político sueco. Acuñó el término Geopolítica, en 1899. La idea fundamental de Kjellén era que un estudio realista de la historia y el crecimiento de los Estados deberían incluir factores como el medio físico, la antropología, la sociología y la economía, así como su organización constitucional y estructura legal. A este interés teórico, la geopolítica añadía siempre un interés político por las relaciones de poder entre Rusia y Europa Central, lo cual despertó la atención de Hitler.

[3] Friedrich Ratzel (1844-1904); geógrafo alemán, fundador de la Geografía humana. Influido por las ideas de Darwin y por tesis deterministas del siglo XIX, reflexionó sobre las relaciones existentes entre espacio geográfico y población, e intentó relacionar la historia con las leyes naturales. Ratzel es considerado generalmente como fundador de la Geografía moderna (Geografía política), concebida ya como una disciplina sistemática dentro del ámbito de la geografía humana, con un objetivo específico y diferenciado de su análisis.

[4] Alfred Thayer Mahan (1840-1914); marino militar e historiador y estratega nava. Su obra The Influence of Sea Power upon History, 1660-17833​ (1890) tuvo mucha influencia, en su época, sobre la importancia y la necesidad, para los Estados Unidos, de desarrollar una Armada potente y muy operativa. En 1902, ocupó la presidencia de la American Historical Association, y se retiró como contraalmirante en 1906. Fue él quien empleó el término Medio Oriente por primera vez, en un artículo de septiembre de 1902

[5] Halford John Mackinder (1861-1947); geopolítico y geógrafo inglés. En 1904 terminó su ensayo más provocativo The Geographical Pivot of History en el que usa la historia para ilustrar la importancia estratégica de la geografía. Sostenía que las naciones del mundo no pueden ignorar sin temeridad las incidencias que ocurren en cualquier punto del globo.

[6] Karl Ernst Haushofer (1869-1946); militar, polítioco y geógrafo alemán. Se le considera el fundador de la Geopolítica como disciplina y uno de los principales ideólogos del Lebensraum. En 1903 era profesor en la Academia de Guerra de Baviera. En 1908 fue enviado a Japón a reorganizar el aparato militar nipón. Tras la IGM renuncia a su carrera militar para dedicarse por entero al estudio de la Geografía política en Múnich. Fue fundador del Partido Obrero Alemán y de la Sociedad Thule. Casado con una judía terminó detenido por la Gestapo y encarcelado en Dachau. Tras la guerra fue absuelto en los Juicios de Nuremberg, aunque no se le permitió seguir como profesor de Geografía. Se suicidó en 1946.

[7] El Lebensraum (espacio vital) abarca las políticas y prácticas de colonización que proliferaron en Alemania entre 1890 y la década de los 40 del Siglo XX. Se popularizó por primera vez hacia el 1901.​ Se convirtió en un objetivo político del Imperio alemán en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), como elemento central del Programa de Septiembre (Septemberprogramm) de expansión territorial. Tras el ascenso de Adolf Hitler al poder, el Lebensraum se convirtió en un principio ideológico del nazismo y proveyó de una justificación para la expansión territorial alemana en Europa Central y Europa del Este.

[8] Nicholas John Spykman (1893–1943); periodista y profesor universitario estadounidense de origen holandés, considerado como uno de los padres de la geopolítica en los Estados Unidos. Discípulo crítico de Mahan y continuador del enfoque de Mackinder.

[9] Zbigniew Kazimierz Brzezinski  (1928-2017​); politólogo estadounidense de origen polaco. En 1953 se doctoró en Ciencias Políticas por la Universidad de Harvard. Fue contratado por el banquero David Rockefeller para ayudarle a crear una organización que fomentara la cooperación entre EE. UU., Europa, y Japón: la Comisión Trilateral, de la que Brzezinski sería su primer director. Fue consejero de Seguridad Nacional del gobierno del presidente de Estados Unidos Jimmy Carter (1977-1981). Durante su mandato, bajo el presidente Jimmy Carter, EEUU normalizó las relaciones con China, rompió vínculos con Taiwán en el proceso, firmó el tratado Salt-II con la URSS, unió a Egipto e Israel en los acuerdos de Camp David y cedió el control del Canal a Panamá. En el lado negativo, fue sorprendido por la revolución de Jomeini en Irán, permitiendo al depuesto Sha refugiarse en Estados Unidos, lo que finalmente condujo a la crisis de los rehenes en Irán. Brzezinski también jugó un papel decisivo en el armamento. los muyahidines afganos después de la invasión soviética de 1979 lo que se volvió contra los EEUU dos décadas después.

[10] Yves Lacoste (1929); geógrafo, profesor y geopolítico francés.​ Actualmente es profesor emérito de geopolítica en la Universidad de París VIII. Militó en el Partido Comunista francés en los años 50. En 1955 funda la revista Hérodote. En su obra La geografía: un arma para la guerra, distingue tres geografías: la geografía escolar y universitaria, la geografía espectáculo y la geografía como instrumento del poder, las dos primeras disimulan la tercera. Esta teoría es hoy en día puesta en duda por una parte de la comunidad de geógrafos (a partir de la publicación de este ensayo Pierre George rompió con Lacoste), el gran mérito del ensayo fue en primer lugar el haber animado a los geógrafos a interesarse por los problemas epistemológicos de su disciplina, así como a reactivar una geografía activa que se comprometa en la organización del espacio. Yves Lacoste es caballero de la Legión de Honor de Francia.

[11] Fue un explorador griego de Massalia (hoy Marsella) que realizó un extraordinario viaje marítimo en el que llegó hasta áreas muy septentrionales de Europa en algún momento del último tercio del siglo IV aC.

[12] Bronce es toda aleación de cobre y estaño, en la que el primero constituye la base y el segundo aparece en una proporción del 3 al 20 %.El bronce fue la primera aleación de importancia obtenida por el hombre y da su nombre a la Edad del Bronce. Durante milenios fue la aleación básica para la fabricación de armas y utensilios, y orfebres de todas las épocas lo han utilizado en joyería, medallas y escultura.

[13] Eratóstenes de Cirene (276 aC-194 aC); polímata: matemático, astrónomo y geógrafo. Concibió por primera vez la Geografía como una disciplina sistemática, desarrollando una terminología que todavía se usa en la actualidad. Fue el primero en calcular el diámetro y la circunferencia de la Tierra con notable preción. También fue el primero en calcular la inclinación del eje de la Tierra (nuevamente con notable precisión). Suya fue la idea de intercalar cada cuatro años un día adicional en los calendarios, produciendo el año bisiesto.​ Creó el primer mapamundi, incorporando paralelos y meridianos basados en el conocimiento geográfico disponible de su época.

[14] Gayo/Cayo Plinio Segundo (23-79); escritor y militar romano del siglo I. ejerció cargos administrativos y financieros en la Galia y en Hispania. Hizo estudios e investigaciones en fenómenos naturales, etnográficos y geográficos recopilados en su obra Historia natural, siendo modelo enciclopédico de muchos conocimientos hasta mediados del siglo XVII.

[15] Historiador siciliano del siglo I aC. Emprendió varios peligrosos viajes a través de Europa y Asia para completar sus investigaciones históricas, aunque incluyó numerosos errores de bulto.

[16] Estrabón (63 aC-24 dC); geógrafo e historiador griego conocido principalmente por su obra Geografía, en 17 libros. Aprovechando la Pax Romana, recorrió casi todas las tierras de la ecúmene, llegando a Armenia en Oriente, hasta Cerdeña en Occidente, y desde el mar Negro en el norte hasta los límites de Etiopía en el sur. Recorrió el Nilo hasta Asuán en una expedición dirigida por Elio Galo, prefecto romano de Egipto.

[17] Artemidoro de Daldis (o de Éfeso; 130-200), viajero incansable e intérprete de sueños, recopiló sus conocimientos.

[18] Polibio (200 aC-118 aC); historiador griego, considerado uno de los más importantes, debido a que es el primero que escribe una Historia universal: Historia General, en 40 volúmenes. Embajador aqueo en Roma terminó participando en la Tercera Guerra Púnica, en las guerras celtíberas en Hispania y volvió a Grecia para organizar el nuevo gobierno de las ciudades.

[19] Reader’s Digest es una revista mensual estadounidense, en formato pequeño, de interés general que se publica diez veces al año y se comercializa por suscripción. Fue fundada en 1922 por DeWitt Wallace y su esposa Lila Bell Wallace. El primer número apareció el 5 de febrero de 1922. Se trata de la revista más leída del mundo que en 2022 cumplió cien años.

[20] Misiles.

[21] Anderson recibió la Legión del Mérito de manos de Eisenhower por liderar a su tripulación y su barco en esta histórica misión. En 1959 recibió la Medalla del Fundador de la Real Sociedad Geográfica de Londres por sus servicios a la exploración del Ártico. Al poco se retiró de la Armada para seguir una carrera en política y fue Miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos por Tennessee entre 1965 y 1973.

[22] https://latamnews.lat/20231004/1144378471.html

[23] Locución adverbial que indica corta distancia entre dos puntos; se emplea para referirse a distancias muy cortas.

[24] El archipiélago Svalbard está situado en el Océano Ártico, al norte del continente europeo; Forman parte del Reino de Noruega. Solamente tres de las islas están habitadas: Spitsbergen, isla del Oso (Bjørnøya) y Hopen. El poblado más grande es Longyearbyen. Un tratado de 1920 otorga a todas las partes que se interesen un acceso equitativo y no discriminatorio a los recursos de las aguas que rodean Svalbard. También se otorgaron excepciones a las islas en lo que se refiere a autogobierno, conservación, explotación minera, impuestos, y migración.

[25] El permafrost helado preservaría los virus.

[26] A finales de 2006, en las cercanías de Longyearbyen (Spitsbergen) se comenzó a construir el Banco Mundial de Semillas , en donde se trataba de resguardar a más de 1400 especies de semillas de plantas alimenticias para proteger la biodiversidad, en especial ante cualquier riesgo de catástrofe global. En 2010, a dos años de la inauguración de la Bóveda, se llegó a contabilizar más de 500 000 muestras de semillas, y al menos un tercio de las semillas de los cultivos del mundo. El Ministerio de Agricultura y Alimentación de Noruega coordina su funcionamiento diario junto con el Nordic Gene Resource Centre y la Global Crop Diversity Trust.

[27] https://en.visitsvalbard.com/

[28] https://elpais.com/clima-y-medio-ambiente/2023-02-07/que-hacen-en-el-artico-tres-tapones-de-plastico-de-font-vella-lanjaron-y-cabreiroa.html